9 de marzo de 2015

Cama GRRRANDE


Cuando el padre de la criatura y yo nos planteamos pasar a Miwi a una cama de mayores nos entraron sudores fríos.

Miwi estuvo durmiendo en nuestra habitación, para desesperación de la pediatra, hasta el año y medio. Llego un momento en el que insistía tanto la mujer que le dije que ya no dormía con nosotros. Entiendo que me aconseje en muchos temas pero sus enfados cada vez que le comentaba que dormía en nuestro cuarto me parecían desproporcionado y fuera de lugar.

La transición a su habitación fue bastante sencilla. Aprovechamos para hacerla a la vuelta de las vacaciones porque como había dormido sin nosotros en casa de los dos abuelos nos pareció más sencillo.

Minipunto para nosotros porque fue un éxito.

Salvo la hora de dormir.

Este siempre ha sido nuestro caballo de batalla.

Suele dormir bien pero dormirlo...

Al principio teníamos que dormirlo en nuestra cama y llevarlo en brazos hasta su habitación. Exactamente igual que antes de dormir solo. El problema es que mover 11 kilos de lechón un metro no es lo mismo que trasladarlo de cuarto sin que se despierte. Al final optamos por dormirlo en su cuarto. Pero el pequeño lechón se empeñaba en que yo me quedara a su lado tumbada. Me tenía que tumbar en el suelo encima de un protector de juegos y el se empeñaba en tumbarse a mi lado. Llegados a este punto optamos por trasladarlo a su propia cama de mayor. Más que nada porque la cama iba a resultar mejor para mis riñones que el suelo.

Nos entraron sudores fríos de nuevos.

Pero...

¡Milagro!

Pensábamos que sería difícil, pensábamos que no le gustaría. Resulta que lo que a él le gusta es dormir en la cama grande. Los primeros días no me dejaba ni tumbarme a su lado para dormirlo.

- No mama. Nene cama grande. (El grande con una entonación de felicidad que para que).

Y de golpe y porrazo empezó a dormirse solo en su cuarto más feliz que una perdiz.

A mediados de enero pasamos un par de semanas en las que volvía a insistir para que me tumbara con él. Hasta que se me ocurrió decirle que yo tenía que ir a cenar que tenía hambre y para mi asombro, eso lo entiende perfectamente.

- Nene cama. Mama come.

Por fin la hora de dormir ha dejado de ser mi pesadilla y es uno de los momentos más tranquilos del día.

Para los amantes de las rutinas he de señalar que siempre hemos tenido una rutina con él para la hora de dormir, aunque la hemos ido adaptando a sus necesidades y las nuestras. Las rutinas funcionan pero el hecho de que el sepa que toca ir a dormir no nos libra de que quiera hacerlo con sus condiciones o que haya días que no quiera hacerlo.

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