Hoy quería escribir sobre la presentación que hizo ayer el museo Egipcio del Cairo de la Momia de Hatshepsut, uno de mis personajes favoritos cuando estudiaba historia, sin embargo al buscar el enlace de la noticia en El País me he encontrado con otro noticia que me parece mucho más importante.
La semana pasada murió una niña de 12 años en Egipto mientras le practicaban una ablación en un hospital privado. Esto ha provocado una ola de protesta y ha hecho reaccionar al gobierno egipcio que acaba de situar por fin la ablación en la ilegalidad. Sin embargo son todavía muchos los países que practican esta forma de mutilación a la mujer; escudándose en la costumbre, la sanidad y la religión para una práctica bárbara, incivilizada y que causa la muerte a niñas y adolescentes en todo el mundo.
La ablación puede provocar además de la muerte, todo tipo de trastornos y condena a aquellas que la sufren a no poder disfrutar plenamente de su sexualidad. En términos médico se compara con la extirpación del pene en el hombre.
Y aunque este último caso ha llevado a prohibirla en Egipto, todavía se practica en muchos países de África principalmente, parte de Asia y se está extendiendo a Europa a través de la inmigración; no tendría que ser una muerte la que recordara a estos países que la ablación debe ser ilegalizada y los que la practique condenados; sino que la posibilidad de mermar los derechos de las mujeres debería bastarles para prohibirla.
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